La drogadicción, también llamada drogodependencia, es un trastorno cerebral provocado por el consumo de sustancias psicoactivas. El drogodependiente puede experimentar un fuerte deseo por la droga, tener dificultad para controlar su consumo, sufrir el síndrome de abstinencia cuando se reduce o interrumpe el consumo y necesitar dosis cada vez mayores para notar sus efectos (tolerancia). Es posible que el individuo acabe dejando de lado otras actividades de recreo o intereses, que dedique cada vez más tiempo a conseguir o consumir la droga, o a recuperarse de sus efectos, y que continúe consumiéndola a pesar de que sus consecuencias negativas sean evidentes.
Las sustancias psicoactivas afectan a la comunicación entre las células de ciertas zonas del cerebro. Por ejemplo, algunas drogas imitan o inhiben los efectos de las sustancias químicas presentes de manera natural que transportan mensajes específicos de una célula cerebral a otra (neurotransmisores):
Las sustancias psicoactivas pueden clasificarse en cuatro grupos principales en función de la forma en que afectan al cerebro: depresores (como el alcohol y los sedantes), estimulantes (como la nicotina y el éxtasis), opiáceos (como la morfina y la heroína) y alucinógenos (como el PCP y el LSD). A pesar de sus diferencias, todas afectan a las regiones cerebrales implicadas en la motivación, que a su vez influye en la drogodependencia.
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